viernes, 30 de septiembre de 2011

Buena locura.

Dos décadas a mis espaldas.
Y otra delante de mí.
Todo cambiará en estos 10 años: mujer, carrera, trabajo e incluso hijos. ¡Yo! ¡Padre!
Al menos la expectativa.
¿Miedo? Todo y más. Pero ganas. ¿De qué? De ponerle cara a esa mujer. De ver el número de esos niños. De saber cómo me ganaré la vida, cómo me esclavizaré. Traje, zapatos, corbata, cinturón, gemelos. ¿Peinado? No, ni aunque lo intente. Gran empresa o propio bufete. Grandes ingresos o sin ellos.
Sobre todo, lo que más me aterra ha sido darme cuenta. Es mi década, nuestra década. Toda mi vida futura se construirá sobre los cimientos de estos 10 años. Ese futuro que veía tan lejano, lejanísimo, en el país de Nunca Jamás, ha llegado. ¡Que soy joven! ¡Que tengo toda la vida por delante! Si, pero justo delante. Enfrente de mi cara. Aquí lo tienes, aquí está. Madre mía, ¡si no se nada de la vida! ¿Y si conozco mañana a la madre de mis hijos? ¿Y si encuentro a ese rostro que estaba buscando? ¿Y si no lo encuentro? Peor aún: ¿y si lo encuentro pero no le echo el coraje que hay que echarle? Si, ya sé, es una etapa maravillosa, mágica, es lo mejor que se puede experimentar en esta vida. Bueno, pues que alguien me meta la mano por la boca y arranque de cuajo esa bola de presión que me agarrota el pecho. Y ahora me dirás: "Tío, relájate. Tienes 20 años y 6 horas. Respira, tómate una cerveza y fúmate un cigarro. Igual no tienes que encontrar a ese rostro, igual te encuentra a ti, a lo mejor no le tienes que echar atrevimiento y ganas, porque el valor llegará y las ganas... créeme, las tendrás. No te preocupes por si vas a estar preparado, ella te preparará, y tú a ella. No te angusties por el trabajo, porque sabes que el sudor de ahora garantiza una comodidad futura para ti y para tu familia. Si, he dicho familia, deja de sudar y aflójate ese nudo de la garganta. ¿El miedo? Es necesario. Vivir sin miedo es ser un temerario. Pero ten en cuenta algo: el miedo es libre, y tú también. Temes lo desconocido, como todo el mundo. El moribundo teme la muerte porque no conoce lo que hay después. ¿Por sus seres queridos? Por ellos no siente miedo hombre, siente pena por causarles un sufrimiento. El niño que monta por primera vez en bici, ¿cómo crees que está? Claro, asustado. Y después no quiere bajarse. Vamos a ver, ¿confías en mí? Tienes razón, en mí siempre puedes confiar y siempre lo vas a hacer. Pues no dudes que vas a ser como ese crío, vas a tener pavor a algunas situaciones, vas a experimentar terror al subir a algunos trenes. Pero luego no querrás bajarte. Además, cuentas con tu buena locura: hablas contigo mismo. ¿Qué? Ya, ya sé que estás hablando conmigo. Pero no hay nadie más en esta habitación."

1 comentario:

  1. Me encanta. Mateo en su estado natural... jajajaja... Ahora sí, un consejo, vive el PRESENTE. Ah! Y deja de fumar.

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